La conversión de Ebenezer ScroogeCómo las novelas de Charles Dickens reflejan las ideas centrales del Unitarismo del siglo XIX
Por
Michael Timko La famosa novela de Charles Dickens sobre Ebenezer Scrooge, Un cuento de Navidad, cambió nuestras ideas sobre la Navidad para convertirlas en lo que hoy vemos como tradicional: una ocasión para ayudar a los menos afortunados y para que las familias y los amigos se reúnan alrededor de la mesa, con abetos llenos de luces, adornos y juguetes. Dickens escribió Un cuento de Navidad poco después de ingresar en una iglesia Unitaria y pronto se convirtió en su obra más famosa... y en la más representativa de sus creencias unitaristas. Dickens había sido bautizado en la Iglesia Anglicana, pero se convirtió al Unitarismo cuando era treintañero. Sus cartas, discursos y novelas muestran que detestaba todo tipo de dogma: “La Iglesia se está ahogando a sí misma a causa de las disputas doctrinales de las diversas facciones: éstos, más papismo; los otros, más metodismo… Con tantas formas de sometimiento a la condenación eterna, esto no puede durar”, escribió una vez a un amigo suyo.
A lo largo de su vida, Dickens se mantuvo al lado de los unitarios británicos, tanto en el plano filosófico como en el social. Su mejor amigo, John Forster, quien después se convirtió en albacea de su obra literaria y su primer biógrafo, era un miembro activo de la congregación Unitaria de Hanover Square. En 1842, Dickens viajó a Estados Unidos y narró su desilusión respecto a las instituciones de este país, particularmente la esclavitud, en su obra
American Notes. Sin embargo, Dickens habló en términos elogiosos de su visita a Boston, donde conoció a Ralph Waldo Emerson y a William Ellery Channing, el líder del Unitarismo norteamericano. “Su interés por el Unitarismo fue prácticamente el único entusiasmo que conservó intacto al final de su viaje”, ha escrito el estudioso de la era victoriana Robert Newsom.
Al volver a casa, Dickens se hizo miembro de la capilla de la calle Little Portland de Londres y entabló amistad con su ministro, Edward Tagart. “Asqueado de nuestra Iglesia establecida, de sus debates eruditos y de sus transgresiones diarias del sentido común y de la humanidad”, escribió Dickens en una de sus cartas, “he llevado a cabo una antigua idea mía y me he unido a los Unitarios, que harían algo por mejorar al ser humano si pudieran, y que practican la caridad y la tolerancia”.
Dickens trabajó de manera infatigable por una amplia gama de causas humanitarias, como recaudar fondos para comedores para los pobres, asuntos de emigración, asociaciones que proporcionaban viviendas, reforma de las prisiones, hospitales, educación para adultos y ayudando a artistas minusválidos. También creía que, gracias a sus obras literarias, podía promover soluciones morales a los problemas sociales y mejorar la sociedad.
Todas las novelas de Dickens reflejan las ideas centrales del Unitarismo decimonónico: la creencia que Jesús fue un ser humano que ejemplificaba lo que era la vida verdaderamente religiosa; el rechazo del materialismo y la doctrina de la necesidad; la negación de que Dios fuese un juez severo; el desprecio por la controversia teológica; el rechazo del dogma; una religión inclusiva, no exclusiva; y el énfasis en las buenas obras.
En
Un cuento de Navidad, sin mencionar a Jesús ni una sola vez, Dickens muestra que es posible experimentar una conversión; no necesariamente basada en una experiencia religiosa específica, sino como una regeneración personal que impulsa a la persona a ayudar a los demás. Con la transformación de Scrooge, Dickens ilustra que sus lectores también pueden pasar de una visión del mundo implacable, complaciente o egoísta a otra basada en el amor, la esperanza y la caridad; y, como Scrooge, pueden volver a formar parte de la comunidad humana. Para Dickens, éste era el verdadero significado de la Navidad.
Años más tarde, Dickens volvió al campo y a una iglesia anglicana de pueblo similar a aquélla en la que había crecido. Pero volvió a desilusionarse por las disputas y los intentos de controlar la libertad de pensamiento que había en la iglesia, y poco después dejó de asistir a sus servicios.
Dickens mantuvo hasta el final su admiración y su amistad hacia los unitarios, que le correspondieron con igual entusiasmo. Al morir en 1870, su figura recibió elogios casi idolátricos en toda Nueva Inglaterra. Como observó un escritor de la época: “Todos los púlpitos Unitarios de Boston le enviaron inmediatamente al Cielo”.
Publicado originalmente en UUWorld.
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